Sanar es un camino, no una meta. Y cada día es una oportunidad para nutrir tu mente, cuerpo y alma. Aquí tienes tres prácticas simples:
- Respira con intención – Dedica 5 minutos a respirar profundamente, dejando ir lo que no te sirve.
- Agradece al despertar – Escribe 3 cosas por las que estás agradecida. La gratitud transforma la energía.
- Afirma tu poder – Frente al espejo repite: “Soy suficiente. Estoy sanando. Soy imparable.”
Recuerda: cada pequeño paso es un acto de amor hacia ti misma.
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Analda Reed, Autora de She Healed in Heels